Dolor cuando nos “irrumpe”
de sopetón sin buscarlo ni esperarlo, como puede ser una enfermedad,
un despido, una pérdida de un ser querido, un accidente, etc. Y, a veces, hasta
nos vienen varias desgracias juntas y estos dolores, mal que bien, los tenemos
que aguantar y superar lo mejor que podamos.
Lo malo es que, a estos
dolores, les añadimos (como una mala propina) nuestro Sufrimiento innecesario que nos hace prolongar
más y más nuestro dolor, sin necesidad de ello.
Porque hay una gran
diferencia entre ambos, no solo en el origen de cada uno, sino, sobre todo, en
la actitud a la hora afrontar el dolor, porque una vez que hemos hecho todo lo
que está en nuestras manos, desarrollando todas las acciones necesarias, hemos
de aceptarlo con paciencia. El problema surge con el sufrimiento, que es
algo que nosotros mismo creamos y permitimos al dar vueltas y vueltas a las
desgracias que nos están ocurriendo. De ahí la necesidad de aceptar las
desgracias lo antes posible, pasando, lógicamente, el período correspondiente
de dolor.
¡QUÉ ALIVIO ! para UNO, cuando está en medio
de este dolor, de esta soledad, y siente que hay alguien a su lado que le
acompaña, le ayuda y le anima…, en definitiva, que le hace ver que no esta sólo,
que hay alguien a su lado.
De ahí mi reflexión en estos
días de clausura: ¿Y si lo que le pasa al otro, me pasara a mí?
¡Joooo! cómo me gustaría que otra persona me acompañara y me
ayudara en esta situación.
Esta pandemia del “coronavirus” por desgracia, para todas personas,
además de llevarse la vida de miles y miles de personas (sobre
todo personas mayores,) va dejando mucho
dolor por el camino y está dando la vuelta a la vida de muchas personas y
muchas familias que, si ya lo estaban pasando mal, ahora se les va complicando
mucho más, y me refiero a esa gran cantidad de personas que se encuentran SOLAS
y que necesitan, a parte de ayuda material (para
poder comer por lo menos una vez al día), la
ayuda de saber que pueden contar con
alguien, con el OTRO, en
definitiva con UNO.
Como cristiano que uno
es, y que quiere ser, he tenido la oportunidad de participar con la RED VECINAL
de VILLAVERDE, para, desde mi casa, poder acompañar, vía telefónica, a una
persona que se encuentra sola y necesitada y contactar con ella, para escuchar
y compartir, cada tarde lo que vaya surgiendo, recogiendo y contando
siempre con ella las posibles necesidades.
Desde siempre uno ha
sentido su compromiso cristiano dirigido a actuar fuera de la iglesia, pero
desde la iglesia, al mismo tiempo he visto la necesidad, como cristiano, de
actuar como ciudadano responsable a través del compromiso con un partido político
y/o movimiento social.
Lo que tengo claro, es
que, esta pandemia nos está haciendo ver la necesidad de actuar de forma UNIDA
y SOLIDARIA y para ello, hemos de cambiar cada uno en nuestra forma
de relacionarnos, no solo es que tendremos que ir durante mucho
más tiempo con las mascarillas y con guantes, sino algo más profundo, en el
sentido de contar con el bien de todos, para poder estar bien nosotros y para
ello, está claro que cada uno debe de esforzarse en ceder algo de UNO para que
el OTRO consiga lo que no tiene, y esa persona ayudada, a su vez, ayudará a
otra en lo que le falte y así sucesivamente.
Las gracias dadas a UNO
no se buscan cuando el objetivo es lograr el Bien Común, sólo se acogen,
pero cuando uno recibe las gracias sinceras del OTRO, UNO empieza a sentir de
verdad que es: “HIJO AMADO de NUESTRO PADRE MISERICORDIOSO”.
ANTONIO
No hay comentarios:
Publicar un comentario