lunes, 20 de abril de 2020

¿Y SI EL OTRO, FUERA YO?

     La vida a veces, nos da unos buenos sustos que para algunos supone mucho, mucho dolor y sufrimiento.

     Dolor cuando nos “irrumpe” de sopetón sin buscarlo ni esperarlo, como puede ser una enfermedad, un despido, una pérdida de un ser querido, un accidente, etc. Y, a veces, hasta nos vienen varias desgracias juntas y estos dolores, mal que bien, los tenemos que aguantar y superar lo mejor que podamos.

     Lo malo es que, a estos dolores, les añadimos (como una mala propina) nuestro Sufrimiento innecesario que nos hace prolongar más y más nuestro dolor, sin necesidad de ello.

     Porque hay una gran diferencia entre ambos, no solo en el origen de cada uno, sino, sobre todo, en la actitud a la hora afrontar el dolor, porque una vez que hemos hecho todo lo que está en nuestras manos, desarrollando todas las acciones necesarias, hemos de aceptarlo con paciencia. El problema surge con el sufrimiento, que es algo que nosotros mismo creamos y permitimos al dar vueltas y vueltas a las desgracias que nos están ocurriendo. De ahí la necesidad de aceptar las desgracias lo antes posible, pasando, lógicamente, el período correspondiente de dolor.

     ¡QUÉ  ALIVIO ! para UNO, cuando está en medio de este dolor, de esta soledad, y siente que hay alguien a su lado que le acompaña, le ayuda y le anima…, en definitiva, que le hace ver que no esta sólo, que hay alguien a su lado.

     De ahí mi reflexión en estos días de clausura: ¿Y si lo que le pasa al otro, me pasara a mí?

     ¡Joooo! cómo me gustaría que otra persona me acompañara y me ayudara en esta situación.

     Esta pandemia del “coronavirus” por desgracia, para todas personas, además de llevarse la vida de miles y miles de personas (sobre todo personas mayores,) va dejando mucho dolor por el camino y está dando la vuelta a la vida de muchas personas y muchas familias que, si ya lo estaban pasando mal, ahora se les va complicando mucho más, y me refiero a esa gran cantidad de personas que se encuentran SOLAS y que necesitan, a parte de ayuda material (para poder comer por lo menos una vez al día), la ayuda de saber que pueden contar con alguien, con el OTRO, en definitiva con UNO.

     Como cristiano que uno es, y que quiere ser, he tenido la oportunidad de participar con la RED VECINAL de VILLAVERDE, para, desde mi casa, poder acompañar, vía telefónica, a una persona que se encuentra sola y necesitada y contactar con ella, para escuchar y compartir, cada tarde lo que vaya surgiendo, recogiendo y contando siempre con ella las posibles necesidades.

     Desde siempre uno ha sentido su compromiso cristiano dirigido a actuar fuera de la iglesia, pero desde la iglesia, al mismo tiempo he visto la necesidad, como cristiano, de actuar como ciudadano responsable a través del compromiso con un partido político y/o movimiento social.

     Lo que tengo claro, es que, esta pandemia nos está haciendo ver la necesidad de actuar de forma UNIDA y SOLIDARIA y para ello, hemos de cambiar cada uno en nuestra forma de relacionarnos, no solo es que tendremos que ir durante mucho más tiempo con las mascarillas y con guantes, sino algo más profundo, en el sentido de contar con el bien de todos, para poder estar bien nosotros y para ello, está claro que cada uno debe de esforzarse en ceder algo de UNO para que el OTRO consiga lo que no tiene, y esa persona ayudada, a su vez, ayudará a otra en lo que le falte y así sucesivamente.

    Las gracias dadas a UNO no se buscan cuando el objetivo es lograr el Bien Común, sólo se acogen, pero cuando uno recibe las gracias sinceras del OTRO, UNO empieza a sentir de verdad que es: “HIJO AMADO de NUESTRO PADRE MISERICORDIOSO”.

ANTONIO

No hay comentarios:

Publicar un comentario